martes, 1 de julio de 2008

¿y si el otro "yo" me pone de los nervios?

EL GRITO
Edvard Munt
Este pintor y grabador noruego plasmó en este cuadro todo el conflicto interior y la angustia que sentía

Cartas que nunca escribí publicó el viernes pasado un precioso relato, humano, sencillo y sincero, y tambien conmovedor, sobre una parte de su yo que es una parte de todos nuestros yoes, que creo que merece la pena leer porque expresa magistralmente los conflictos que puede causar ese otro yo que sufre, que se indigna, que siente miedo o siente repugnancia, que grita y se retuerce ante la pérdida moral o material, que huye o ataca ante el miedo, que vive pegadito, en la oscuridad total del cerebro, al otro, al que interpreta, al que se hace preguntas, al que razona, al que lo explica todo, a veces bien y a veces no tan bien.

¿Amado otro yo?
dice el relato, no creo merezcas mucho hoy, ese amor que alguna vez si, te he profesado.

Es el yo de las emociones que se describe aqui. El de la supervivencia, un yo necesario al que es mejor conocer bien, educarlo y gestionarlo como si fuera nuestro propio hijo para que su comportamiento no nos duela. Un yo irracional e instintivo, un gran desconocido con frecuencia, que lo mismo odia que ama profundamente a quien debe y a quien no debe. Es el yo de las emociones más bellas y el yo de las más destructivas. El que pelea con toda su energía, el que llegaría a dar su vida por salvar la de un ser querido en peligro sin apenas pensar en sí mismo. Un yo primitivo que interpreta lo que ve en décimas de segundo, pero tambien lo que cree ver y ¡salta inesperadamente! Arrasa con todo, incluso ataca a quien más amamos. Reacciona al instante para salvarse, con amor o con ira, con miedo o con asco, a la espera de que el yo racional explique realmente lo que esté pasando cuando el instante crucial haya pasado.

Ese yo no huye de la realidad, de lo que está pasando, pero a veces la malinterpreta, odia y ataca o se paraliza de miedo cuando no hay peligro inminente o siente repugnancia cuando no hay nada alrededor que lo envenene.
ACTUALIZACIÓN:
Un bonito relato escrito por Duende complementa muy bien la trilogía iniciada por
Cartas que nunca escribí y ayuda bastante a comprender esas "salidas inesperadas del otro "yo".

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domingo, 18 de mayo de 2008

Huir sentado si es huir

"Cada uno de nosotros es responsable de todos los demás"

Es una frase de Dostoyevski que invita a la reflexión y la imagen de la famosa píramide de las necesidades humanas de Abraham Maslow viene a confirmarla en todo su significado. No estaría de más que formara parte de la educación de los niños, reeditada y al alcance de su comprensión, porque si bien los primeros escalones son obvios y resulta fácil indentificar la carencia cuando llegamos a los últimos dos tramos caben las interpretaciones y la cosa se complica un poco si nos lo aplicamos a nosotros mismos.

A menos que tuviéramos siempre delante un espejo en el que vernos cuando interactuamos con los demás es bastante difícil estar conscientes de la imagen que estamos dando si no podemos ver la forma en que miramos ni estamos continuamente escuchando el tono de voz que empleamos, ni nos damos cuenta de nuestro modo de caminar.

Todo esto puede resultar profundamente irritante para otras personas y cuando hay confianza es fácil que nos recriminen por estos actos involuntarios, por ese lenguaje corporal. "No me hables así" "no pongas esa cara", "no arrastres los pies, "no hagas eso", o aquello o lo otro, son comentarios, aparentemente banales, que pueden hacernos sentir extremadamente incómodos, incluso herirnos, porque frente a la opinión de otros nuestro comportamiento parece ser inadecuado y sentirse inadecuado es una sensación desagradable que cuanto menos puede causar frustración incluso a veces hostilidad manifiesta. En esta y en otras situaciones parecidas salta el conflicto. Para resolverlo uno podría aceptar los hechos como dice el quinto tramo de la pirámide y adecuar la forma de mirar, hablar, caminar, actuar, pensar, a lo que el otro espera pero eso supondría decir adiós a la propia espontaneidad y aceptar prejuicios ajenos. No parece muy práctico. Además aún suponiendo que se pudiera controlar la forma de mirar, sentir, pensar, caminar o actuar en ese preciso instante y con esa persona en particular ¿no se estaría cediendo al control que el otro pretende ejercer sobre los propios actos?

¿Debería uno asumir que es él quien debe controlarse y resolverlo aceptando las formas de los demás? El problema es que enfrentarle con los hechos y responderle que los demás no son responsables de lo que él siente no ofrece garantías de que lo acepte y puede estar perpetuando el conflicto.

Muchos dirán que una retirada a tiempo es una victoria, por aquello de que los que más exigen a menudo son los que menos tienen que ofrecer, pero huir presupone que uno tendría que estar siempre huyendo, o rompiendo relaciones, y eso puede resultar poco práctico o imposible. Claro que también es verdad que se puede huir sin moverse de la silla y eso nos podría acercar a las premisas de la pirámide. Bastaría con abstraerse durante unos instantes, mientras dejamos que hable, prestando atención a lo que uno siente, manteniendo la calma si uno se percibe alterado, concentrándose en la propia respiración, incluso añadir algo de humor visualizándose bajo la ducha, o en una playa con palmeras, para rebajar los calores de la tensión. En esos segundos de concentración en el propio sentir se puede también encontrar la paciencia que permitirá seguir tratando al otro con amabilidad y cordura, o hacer caso omiso de la situación sin que se note. He visto con frecuencia que esto es suficiente para que la tensión se esfume en un instante, casi por arte de birlibirloque .
¿Alguien tiene más ideas?

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jueves, 1 de mayo de 2008

Marionetas

En ocasiones cuando siento que alguien ha sido desconsiderado conmigo, o no ha tenido en cuenta mis sentimientos o los de otra persona, si creo que fue desagradable o tal vez cruel, le pido, por no exigir, que deje de hacerlo.

Otras veces ocurre al revés y es mi propia torpeza la que incita a otros a pedirme a mi que cambie mi forma de hablar o de actuar, a veces incluso de pensar. En esos momentos me viene a la mente la imagen de arriba. Unas veces soy yo quien pretende mover los hilos y otras mi papel es el de la marioneta, es el otro quien quisiera mover al muñeco para que haga lo que él cree que debe hacer.

Un buen día, no sé si fue ayer o si fue hace siglos, me dí cuenta de que este deseo alteraba mi paz y mi tranquilidad interior porque conseguía ofuscarme o incluso llevarme a la indignación mientras se agolpaban en mi mente mil pensamientos, cada cual más intenso, contra quien yo creía que me había puesto en ese estado, por haberme hecho sentir a disgusto conmigo misma, ya fuera por su torpeza o por la mía. Observé muchas veces como esos pensamientos generalmente se truecan en palabras, explicaciones, justificaciones y a menudo en acusaciones que acababan en tensiones e incluso en agrias discusiones. Me dieron muchos consejos para evitar tales situaciones y al final comprobé que cada cual tiene una respuesta distinta y que hay quien no tiene ninguna.

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Agradecimiento

Muchas gracias a MARÍA, mi tocayina de Mi Pluma de Cristal, que le ofreció este premio a este modesto y con frecuencia abandonado blog. Su pluma, cálida y humana, transmite la fuerza de las emociones positivas, su blog, sus escritos, su música, son como un dulce abrazo materno al despertar. Y no es poesía, solo hay que entrar a verlo para comprobarlo, es como esas casas a las que a uno siempre le apetece volver.

Y muchas gracias también a BOTICCARIO por compartir su premio a la calidez para animarme a no olvidarme de estas "tonterías" mías y sacar tiempo para actualizarlo, aunque solo sea muy de vez en cuando. Su blog Alea Jacta est tiene el don de hacer de lo cotidiano una nube de algodón dulce que despierta el afecto y las ganas de achuchar, siempre con una sonrisa de fondo, y aunque vaya diciendo que es "frío y reservado", se me aparece como un cultivador de las relaciones humanas y del entorno. Tiene huerto, tiene una perra y también hace referencia a "sus" hamters. Detrás de sus letras siempre veo a un ser humano a quien le gusta compartir lo que le gusta ¡y le gusta la música, no cabe duda!

Por darme ánimos, y porque su blog tiene la dulzura del chocolate, quisiera dar las gracias tambien a NORKA, solo hay que leer su última entrada titulada LE MITO para apreciar los valores de la persona que escribe, su sentido de la amistad y del afecto y a Psikoloca que me envuelve, probablemente sin saberlo, en sus proyectos. No hay más que leer su blog para darse cuenta de que parece entregarse al mundo en lugar de esperar que el mundo le aporte por las buenas. Mi admiración a ambas.

Dicho esto creo que ni este ni mi otro blog , sin las personas que dedican su tiempo y su esfuerzo a compartir sus sentires en ellos, serían más que un conjunto de observaciones, que cualquiera podría hacer. Es un privilegio leeros y sinceramente creo que sin vosotros ninguno de estos premios figuraría en el lateral de este blog. Por esta razón me gustaría compartirlos con todos vosotros. Os avisaré de que están aquí esperando a que paséis a recogerlos a vuestra elección, (dado que el del esfuerzo femenino cantaría un poco en los blogs masculinos) y cuando os venga bien. Muchas gracias a todos.





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domingo, 13 de abril de 2008

¿Cuales son las verdaderas razones por las que los hombres no lloran?

Si al nacer niños y niñas lloran por las mismas razones ¿por qué un año más tarde ya se observan diferencias sustanciales entre ellos?

Según los expertos que observaron sus reacciones los niños aprenden muy pronto a esconder lo que sienten. A los 12 meses ya miran menos a los ojos que las niñas y se fijan más en objetos en movimientos que en los rostros humanos. También los padres les tratan de forma diferente sin percatarse de ello. Las madres hablan menos de sentimientos con sus hijos que con sus hijas (exceptuando el enfado), y el vocabulario de los chicos tiene menos palabras relacionadas con los sentimientos que el de las chicas.
Los científicos intentan encontrar respuestas a éstas y otras preguntas parecidas sobre las diferencias que caracterizan a machos y hembras de la especie humana.

Ya en la guardería, tal vez incluso en el hogar, los chicos aprenden a tragarse las lágrimas y a no mostrar miedo. Sus caritas, que antes mostraron abiertamente sus emociones como lo hacen las niñas, se vuelven menos expresivas a lo largo de los años de la escuela primaria. Cuando llegan a la vida adulta los hombres utilizan también menos palabras que las mujeres y cuando hablan en público lo hacen para marcar su superioridad, mientras que las mujeres lo hacen para atraer a otros. Entre amigos los hombres intercambian información sobre sus intereses, el trabajo, el deporte, los ordenadores y otras tecnologías modernas, pero no dicen mucho de lo que sienten.

"Las mujeres hablan para aclarar su mente mientras que los hombres piensan primero y hablan después" dice el psiquiatra Mark Goulston. La razón es evolutiva, según éste y otros expertos . "De no hacerlo así correrían el riesgo de decir algo inadecuado o ridículo y ser humillados por sus congéneres, o peor aún, correrían el riesgo de ofender a otro hombre y que éste lo agrediera", añade Goulston, autor del libro Los 6 Secretos de una Relación Duradera.

Pero ¿que es lo se esconde tras el silencio y esa máscara de estoicismo? "Su vulnerabilidad", señala Goulston. Para sentirse más seguros a los hombres les conviene más ser cuidadosos y no hablar demasiado.

Los científicos están de acuerdo en que la mayoría de los hombres son mucho más inseguros de lo que quieren admitir y de lo que sus mujeres quieren creer. "Dentro de cada hombre hay un temor secreto a no ser tan competente, tan valiente o tan hombre como debería". dice Goulston. "El hombre siente que tiene que ser capaz de todo por su familia, ser capaz de enmendar todo lo que no funcione; cuando siente que no puede hacerlo, y se siente impotente, se esconde tras el silencio", concluye Goulston.

Según han ido cambiando las reglas sociales respecto a los géneros algunos hombre más sensibles se han atrevido a manifestar su parte más blanda pero muchos están confusos, no saben cuanta sensibilidad les conviene mostrar. "Las mujeres nos tienen confundidos", dice uno de los participantes en uno de los estudios: "por un lado una mujer te puede decir que quiere que la relación sea emocionalmente abierta, y al momento quiere que tu seas su roca, su apoyo. Las mujeres quieren que hagamos esta gimnasia emocional y esa actitud nos está volviendo locos. Los hombres no hemos nacido con un manual que nos indique como ser fuertes y protectores y al mismo tiempo blanditos y emocionales".

Aunque las emociones sean consideradas socialmente como cosas de mujeres todos los estudios demuestras que ellos las sienten y las describen de forma muy similar a ellas. Por ejemplo, un análisis de inteligencia emocional realizado con 500.000 adultos, demostró que los hombres eran tan emocionalmente conscientes como las mujeres y también son conscientes del estado emocional de sus parejas. En otros estudios realizados con matrimonios ellos demostraron ser tan conscientes de los niveles de estrés de su pareja como ellas, e igualmente capaces de ofrecer su apoyo.

Las investigaciones demuestran que la vida emocional de un hombre es tan rica y compleja como la de cualquier mujer, lo que ocurre es que ésta es un misterio, tanto para sí mismo como para la mujer que le ama. El motivo, dicen los científicos es que la comunicación entre el hemisferio derecho (no verbal, especializado en sensaciones) y el izquierdo (relacionado con el habla) de hombres y mujeres es diferente. La evolución ha querido que en las mujeres sea como una autopista mientras que en los hombres es como un camino forestal y la información de un hemisferio cerebral a otro viaja con mayor lentitud y dificultad, por lo que no pueden expresar lo que sienten con la misma agilidad que ellas.

El Dr. Joshua Coleman, autor de varios libros sobre las relaciones de pareja y familiares dice que "la testosterona apaga los sentimientos en los hombres, que compartamentalizan e intelectualizan más. Las mujeres parecen estar más en contacto con sus emociones de forma natural, los hombres sin embargo tienen que trabajar en ello, y cuando lo hacen es un triunfo para ambas partes, porque descubren una nueva dimensión de sí mismos. Sus relaciones son más felices y ellos también". Hoy en día la ciencia asegura que, con la práctica, la plasticidad del cerebro permite que los cambios en la forma de sentir, de pensar y de actuar quede reflejada en las estructurales cerebrales.




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lunes, 7 de abril de 2008

Enfadarse en el trabajo es aceptable para los hombres pero no para las mujeres


Vaya, vaya, parece que esto de la igualdad de género va a resultar más complicado de lo que pensábamos. Según un estudo de la Universidad de Yale da lo mismo que te presentes para Presidente de los Estados Unidos o para un trabajo de secretaria, si eres mujer no debes mostrar tu enfado, dice la psícologa que ha realizado no una, sino TRES investigaciones distintas, publicadas en la revista Psychological Science. La gente acepta, e incluso recompensa, a los hombres que se enfadan en el ámbito laboral pero ven mal que una mujer se muestre alterada y la consideran menos competente que al hombre.

Parece ser, según estos estudios, que las mujeres solo tenemos derecho a mostrar nuestro enfado en el ámbito familiar. "Una mujer enfadada pierde nivel, sin importar cual sea su posición, dice Brescoll, que trabajó en la oficina de Clinton mientras preparaba su tesis doctoral. Durante años observó que las mujeres claramente pagan un precio por enfadarse mientras que los hombres salen favorecidos, como se ha visto además en la campaña para las elecciones primarias americanas cuando Hilary Clinton se enfadó, hecho tuvo repercusiones negativas para la candidata a la Casa Blanca.

En los tres estudios se mostraron vídeos de actores que se entendía estaban solicitando un empleo. Se pidió a los participantes del estudio que indicaran el grado de responsabilidad que debía dárseles y la percepción que tenían de su nivel de competencia, si debían ser seleccionados por la empresa y en ese caso cuál debería ser su salario. Tanto hombres como mujeres llegaron a las mismas conclusiones. Los hombres enfadados merecían un puesto superior, un salario mayor y, además, fueron considerados más aptos para el puesto que las mujeres enfadadas.

Sin embargo cuando los actores/solicitantes de empleo mostraron tristeza el sesgo ya no fue tan evidente y las mujeres fueron catalogadas al mismo nivel que los hombres en competencia y en categoría pero, sorprendentemente, no en cuestión de nivel salarial.

Brescoll y su colega compararon entonces a los solicitantes del puesto que se habían enfadado con los que no mostraron emoción alguna y esta vez mostraron a los participantes vídeos en los que hombres y mujeres buscaban trabajos de menor categoría. El resultado fue nuevamente sorprendente. Los hombres enfadados eran más valorados que las mujeres, independientemente del nivel del puesto que solicitaran. Sin embargo estas disparidades desaparecieron cuando tanto ellos como ellas evitaron mostrar lo que sentían aparentado una actitud neutra.

Finalmente en el tercer estudio se observó una actitud menos negativa hacia las mujeres enfadadas si éstas explicaban sus motivos, y sin embargo los participantes del estudio fueron más duros con los hombres enfadados si estros mostraban sentirse dolidos, quizás, dice Brescoll, esta actitud se deba a que los participantes consideran que manifestar dolor es un signo de debilidad.

Da que pensar que en un tiempo de grandes avances culturales, científicos y tecnológicos la actitud de las personas sea tan parecida a la de los humanos más primitivos y de nuevo no puedo evitar pensar en aquello que dijo el antropólogo de Atapuerca Eudald Carbonell: somos primates poco humanizados

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viernes, 4 de abril de 2008

Libros: La Inteligencia Emocional en el Aula, de Jonathan Cohe

Para quienes esten interesados en la alfabetización emocional en las escuelas y en el programa PATHS he seleccionado unos cuantos párrafos del libro de Jonathan Cohe La Inteligencia Emocional en el Aula.

El programa PATHS fué diseñado en 1995 como curriculum que beneficiaría a todos los niños, tanto los de desarrollo normal como los que necesitan intervenciones o viven situaciones de riesgo.

Creíamos que la instrucción emocional y social debía ser enseñada de manera regular en las actividades diarias del ciclo escolar y que la instrucción social debía estar basada en aprendizajes previos y crecer en complejidad con los años, igual que la lectura y la aritmética. Así mismo queríamos brindar un curriculum que los maestros pudieran usar con facilidad, que los niños disfrutaran y que fuera generalizable para ser aplicado en todas las actividades de la clase y en todo el medio escolar. Finalmente queríamos incluir material para padres, a fin de que el PATHS se pudiera extender al hogar. Para alcanzar todas estas metas el programa tuvo que pasar por varias evaluaciones y mucha investigación.

En lugar de alentar a los niños a reprimir o sofocar sus sentimientos para concentrarse exclusivamente en la cognición, se les alienta a percibir y expresar verbalmente sus sentimientos de una manera segura.

Las emociones son parte integral de la vida cotidiana y afectan profundamente al aprendizaje de manera dinámica, independientemente de que el niño o el maestro lo sepan. Parte del valor que brinda tener conciencia de los sentimientos, la ecuación del aprendizaje reside en que permite que niños y adultos tengan mayor comprensión y mayor control de las conductas subsiguientes. Alentar la expresión de las emociones de manera controlada enriquece el proceso educativo, promueve una sana integración y mejora el ambiente de la clase. Además con el programa PATHS se ha podido demostrar que el conocimiento emocional puede ser enseñado a los
niños, igual que todas las otras áreas de la educación básica.
Los objetivos del programa incluyen entre otros:

  • Promover la enseñanza emocional

  • Mejorar la competencia social

  • Optimizar el desarrollo

  • Aliviar y prevenir la angustia emocional

  • Prevenir problemas emocionales y de conducta

  • Reducir los factores de riesgo relacionados con posteriores adaptaciones

  • Mejorar el ambien en clase y las relaciones maestro-alumno

El programa se ha implementado en Estados Unidos (38 estados), en Australia, Canadá, Países Bajos, Reino Unido, alcanzando a un número aproximado de 430 clases y más de 8.000 niños y parece ser que está ya traducido al español y a otros idiomas

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jueves, 3 de abril de 2008

Educación emocional: escenificar el cuento de la tortuga

Después de contar el cuento de la tortuga se inicia un juego de escenificación. Unas veces un niño será la vieja y sabia tortuga y otras la tortuguita pequeña y al día siguiente su papel será el de la tortuga profesora. De ese modo viviran el cuento desde diferentes perspectivas que les permitiran captar los puntos importantes. La primera perspectiva consiste en constatar cómo la tortuguita toma conciencia de sus sentimientos antes de llegar a poner en práctica comportamientos destructivos. La segunda, muy importante, es que aprende a hacerse responsable de sus actos al ver que si no consigue controlarse se sentirá insatisfecha. Esto forma parte del proceso de crecer y madurar. Tambien se utilizan dibujos y posters de diferentes maneras.

"Les enseñamos de formas diversas, dependiendo del contexto, dice Mark Greenberg autor del proyecto, y siempre utilizando el cuerpo, por ejemplo, colocando los brazos en forma de cruz sobre el pecho y respirando hondo. Al mismo tiempo les hacemos ver que es muy relajante y les decimos, con un guiño de buen humor, que además con los brazos en esa posición no se puede pegar a nadie".


"Desde el principio usamos tambien un sistema de recompensa, un sello en forma de tortuga, que les ponemos en la mano cuando vemos que han consiguido calmarse, porque los niños aprenden primero "desde fuera" mediante actos físicos y más tarde interiorizan esos actos en su mente".

"Calmarse suele ser bastante difícil, de alguna manera es un poco como reprimirse y necesita del apoyo de los adultos que pueden compartir ese momento con ellos, creando complicidad y comprensión mientras se aseguran que el niño se siente mejor. La repetición de esta habilidad tan esencial debe repetirse muchas veces hasta que se ha interiorizado".

"Simultáneamente los entrenadores enseñan a los niños a hablarse a sí mismos para controlar sus actos. La idea es sustituir el comportamiento destructivo y la reacción emocional desmesurada por el lenguage porque, asegura Greenberg, "creemos que a menos que los niños aprendan como calmarse a sí mismos cuando estan verdaderamente enfadados nada de lo que podamos enseñarles sobre desarrollo moral o sobre sentimientos cambiará mucho su comportamiento. Es por tanto la parte más crucial, tanto, asegura, que yo mismo, siendo adulto, sigo trabajando en ello".


Esta técnica solo se emplea con los más pequeños, en edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, ya que es demasiado inmadura para los más mayores y podrían sentirse rídiculos escenificándola, para ellos tenemos otras técnicas.


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miércoles, 26 de marzo de 2008

La alfabetización emocional: el gran reto del siblo XXI

Comentaba Francisco Ortiz en mi anterior post que nuestra civilización está enferma y que necesitamos buscar otras vías, quizás haciendo tábula rasa. Creo humildemente que ya las hemos encontrado y que hay lugar para el optimismo, aunque sea a largo plazo, porque las cosas de Palacio, ya se sabe, van despacio.

Gracias a Howard Gardner y a su teoría de las inteligencias múltiples, entre las que se encuentra la inteligencia emocional, y a la difusión que le dió Daniel Goleman, está quedando ampliamente demostrado que si en otros tiempos la alfabetización a secas era fundamental, hoy la alfabetización emocional, la lectura y la interpretacion de las emociones propias y ajenas, es más importante que las calificaciones escolares en lengua o matemáticas, si anteponemos reducir los niveles de violencia -y un alto porcentaje de la violencia es aprendida- para que una mayoría de ciudadanos vivan en paz consigo mismos y con los demás. En suma, si queremos PAZ.

Pero esperar que sean siempre los padres quienes eduquen las emociones de los niños es tan poco viable como esperar que lo hagan los docentes que no han sido entrenados para ello. Temo pues que necesitaremos bastante paciencia, ya que para poder enseñar a otros esas habilidades personales y sociales es necesario formar a un gran número de docentes y para formar a los docentes se necesitan otros docentes ya formados, lo que requiere una organización y una inversión considerables, además de tiempo, por parte de los gobiernos y autoridades educativas. Claro que, como demuestran las experiencias pioneras, el beneficio neto sería obtener una formación inicial y continuada para desarrollar conceptos, procedimientos y actitudes que permitieran crear un ambiente escolar positivo y estimulante en el que a través de una cooperación activa, se pudieran desarrollar el sentido de la responsabilidad -individual y colectiva- y una comunicación interpersonal eficaz.

Para realizar todas esas actividades sería necesario además buscar formas diferentes de distribuir el tiempo y de organizar el espacio, seleccionar y utilizar nuevos materiales y, especialmente, de agrupar y coordinar a los alumnos, ya que seguirán existiendo acosados y acosadores por lo que serán especialmente importantes las actitudes y aptitudes adecuadas tanto en el trato con los niños como con sus padres.

Otro aspecto prioritario sería el de las actividades, como las competiciones deportivas, fiestas, debates y reuniones, proyectos y talleres durante los que se pudieran implementar programas específicos para el desarrollo de la cooperación, de la empatía, de la asertividad y de la autoestima y en los que se hiciera hincapié en la necesidad de adquirir valores personales como la autodisciplina y el autocontrol, de emociones como la ira, o de impulsos como la agresividad, junto con habilidades que faciliten la comunicación, la resolución de conflictos y la gestión del estrés, incitando con ello el respeto de las normas de convivencia.



La película ANTWONE FISHER, que éstá basada en una historia real me pareció una maravilla. Muestra como un individuo violento va poco a poco aprendiendo a conocerse y aceptarse. Denzell Washington, que la dirigió, hace tambien el papel del terapeuta que le ayuda a ver su propia bondad, a comprender su dolor y su miedo y a canalizar sus instintos agresivos. Toda una obra de arte, que como dijo Washington, puede cambiar la vida de las personas.




  • GARDNER, H. (2001): La inteligencia reformulada: las inteligencias múltiples en el siglo XXI.
  • FERNÁNDEZ, I. (1999): Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar como factor de calidad.
  • HARTUP, W. W. (1992): Having Friends, Making Friends, and Keeping Friends: Relationships as Educational Contexts.
  • JOHNSON, D., y JOHNSON, R. (1999): Cómo reducir la violencia en las escuelas.
    PERRENOUD, Philippe (2000): Construir competencias desde la escuela.
  • CASTRO SANTANDER, Alejandro (2004): Cuando prevenir la violencia no basta. Ponencia Congreso Iberoamericano de
    Violencias en las Escuelas. Brasilia 2004. UCB/UNESCO.
  • CASTRO SANTANDER, ALEJANDRO : Desaprender la violencia. Un nuevo desafío educativo.
    CASTRO SANTANDER: Analfabetismo emocional.
  • MONJAS, M. I., y GONZÁLEZ, B. (1998): Las habilidades sociales en el currículo. CIDE, Ministerio de Cultura. España.

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viernes, 21 de marzo de 2008

Todos somos buenos y malos, todo depende de las circunstancias

El lunes pasado Roy Jimenez Oreamuno publicó en su blog un post, con video incluído, sobre el libro de Melanie Klein La Doctrina del Shock, en el que denuncia que el capitalismo aprovecha las situaciones de catástrofe para imponer su doctrina de forma abominable.

El jueves Franziska publicó tambien un post que encoge el alma denunciando que cada quince segundos muere en el mundo una mujer, degollada, apaleada, quemada, arrojada desde un balcón o un puente, atropellada, tiroteada o ahorcada. Y esos son solamente dos de mis blogamigos. En la blogosfera, y en todos los medios, encontramos cientos de denuncias o noticias parecidas que desatan un torrente de emociones que van desde el dolor, la indignación o el asco, a la tristeza.

¿Cuanta intensidad emocional negativa puede uno soportar día tras día procedente de los medios de información antes de ser invadido por la indiferencia? No lo sé, pero según Robert M. Sapolsky, catedrático de Neurología y Biología de la Universidad de Stanford, pensar continuamente en posibles amenazas o desastres sobre los que no tenemos control crea situaciones de emergencia interna, ansiedad o estrés que existen para resolver emergencias reales. "El corazón late como loco -dice- porque el cuerpo se moviliza para crear la energía necesaria y pasar a la acción al tiempo que se detienen todos los procesos no esenciales". Si la solución del problema no depende de uno mismo todo el proceso que se desencadena en el cuerpo es un desgaste inútil. Quizás por eso muchos de nosotros simplemente evitamos seguir pensando en ello.

Yo no puedo evitar que en esos momentos en que me enfrento a la brutalidad humana me vengan a la mente Phil Zimbardo y el EXPERIMENTO STANFORD, los libros de Eudald Carbonell como EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA CONCIENCIA, Antonio Damasio y EL ERROR DE DESCARTES) y otros, que creo que me ayudan a comprender (no justificar, claro está) desde el por qué de las barbaridades de la Inquisición hasta el holocausto, o desde la Doctrina del Shock y las barbaridades de Abu Grahib hasta los malos tratos o el que una mujer impida que su hijo vea a su padre; todas ellas, para mi, "animaladas" de mayor o menor calibre.

Exponerlas todos los días y en todos los medios implica, supongo, enfrentarse a la verdad, pero ¿no se trata solamente de una verdad a medias? ¿No consiste en ver la paja en el ojo ajeno? ¿Que garantías tenemos de no cometer las mismas barbaridades si estuviéramos en las mismas circunstancias? ¿Qué sabemos de esas circunstancias?

Sinceramente creo que la búsqueda de la verdad, sin duda imprescindible para la evolución, pasa antes que nada por conocer la verdad propia porque "ahora que estamos expuestos no sólo a un holocausto, sino a muchos holocaustos en todo el mundo, vemos que TODOS los seres humanos tienen la potencialidad de ser increíblemente virtuosos, individuos generosos y respetuosos con los demás, pero también de convertirse en bestias horribles (Damasio) y porque "necesitamos liberarnos del comportamiento primate más elemental y desarrollar una forma de comportamiento inteligente en el que la cooperación y la distribución de los recursos estén por encima del individualismo" (Carbonell) ya que "aún no somos humanos"sino "primates poco humanizados"(Carbonell).

Sin pasar por esa etapa de auto-conocimiento, auto-aceptación y auto-control, el clamor por la justicia global no creo que pueda ser efectivo porque, puestos en una situación límite, cada uno de nosotros podría ser capaz de "animaladas" abominables, aunque solo fuera por el sentimiento de venganza que todos albergamos, para nuestra propia supervivencia (esto se merece otro post). Un ejemplo reciente: ¿Quien incendió el piso de Barcelona que hemos visto estos días en las noticias? ¿La mujer que iba a ser deshauciada ese mismo día, quizás?

Nadie parece saber hacia donde se dirije la humanidad pero los científicos no se cansan de repetir "que lo importante ahora es desarrollar la razón y olvidarse de las creencias, los mitos y los prejuicios que siguen siendo la esencia del conflicto humano, sea individual, social o político" (Carbonell).

El mundo no está dividido en buenos y malos, ese es el primer prejuicio a olvidar. TODOS somos buenos y malos. Sin ese prejuicio, creencia y mito el experimento Stanford, en el que un grupo de estudiantes maltrataba conscientemente a otro, y por encargo, no habría podido desarrollarse, ni hubiera tenido que ser suspendido para evitar el sufrimiento insoportable de unos (los buenos) y las tropelías inaceptables de otros (los malos) Ver en YouTube (en inglés).

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miércoles, 30 de enero de 2008

Las manias del cerebro y la torpeza emocional

(tiempo de lectura: 2'08")

¿Por qué tendemos a prejuzgar? preguntaba hace algunos meses Eduard Punset en una entrada de su blog y explicaba que "gracias a la neurología, descubrimos que el cerebro utiliza gran parte de su energía para predecir, inventar e imaginar". "El cerebro -añade en otro párrafo- también nos agrupa en función de nuestros temores y quimeras" y se cuestiona "si seremos capaces de controlar esta “manía” cerebral, para evitar así respuestas irracionales e injustas hacia los demás".

Esto viene a ser lo que pasó una tarde cuando un grupo de personas tomábamos café, y copa y puro, en el jardín de una pareja amiga tras una opípara comida. Repentinamente una de las invitadas a quien no conocíamos dio un salto y salió corriendo hacia el interior de la casa gritando "¡una avispa, una avispa!"

El anfitrión corrió tras ella y mientras tanto, confundidos, cada uno (pre)juzgó la situación a su antojo concluyendo más o menos al unísono que era una reacción "muy rara". "Alguna razón habrá" comentó alguien. En mala hora porque algún contertulio se sintió invalidado en sus apreciaciones y la respuesta fue contundente: "Da igual que la haya, no deja de ser una respuesta muy histérica a una situación banal. Es normal que haya avispas en un jardín". "Puede que así sea, insistió de nuevo nuestro amigo, pero esa histeria podría ser una respuesta a algo que desconocemos. Los humanos somos como un iceberg, solo se ve la parte que no está sumergida en el agua".

Recordé entonces la imagen y su mensaje: "La profundidad de un alma no se mide por lo que aparece en la superficie". Poco después nos explicó el anfitrión que la reacción se había producido porque se trataba de una persona alérgica a la picadura de avispa. Aún así los comentarios continuaron en el mismo tono: "No hacía falta tanto histronismo".

Todo quedó finalmente aclarado cuando pacientemente nuestro anfitrión nos dijo que esa mujer necesitaba llevar siempre consigo un pequeño kit para inyectarse epinefrina si le picaba una avispa y que al verla se dió cuenta de que se lo había dejado en casa. Su reacción de terror inicial estaba relacionada con el peligro que corrió la primera vez que sufrió un picotazo, cuando aún nadie sabía que era alérgica, y estuvo a punto de morir. Este hecho no detuvo a quien pensaba que la reacción estaba fuera de lugar, que sentenció: "Peor me lo pones, hay que ser torpe para olvidarse del kit sabiendo el peligro que corre". Nuestro amigo ya visiblemente irritado añadió: "Alguna razón habrá para que tu pienses así".

El incidente acabó pero el resto de la tarde estuvimos charlando sobre las torpezas emocionales.

lunes, 14 de enero de 2008

Valorarse y ser valorado

(tiempo de lectura 2'40")

Hoy en día todo el mundo habla de la autoestima, de quererse a uno mismo, de mirarse al espejo, lanzándose besos y recordándose uno mismo que "tu vales mucho nene". Tener la autoestima en su sitio parece ser una responsabilidad individual si nos atenemos a lo que leemos ¿pero es realmente así o forma parte de la interacción humana? Según la RAE el significado de la palabra valorar es "reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de alguien o algo" y de acuerdo con la definición del mismo diccionario autoestima es la valoración positiva de sí mismo.

Aplicarse a uno mismo estas definiciones parece simple pero todos sabemos que valorar lo que uno es, de lo que uno es capaz y lo que uno consigue no es habitualmente sencillo, quizás porque no nos enseñaron a hacerlo. Aprendimos a convivir con ese hambre de aprecio y valoración hasta que la psicología de salón, los libros de autoayuda e Internet comenzaron a repartir consignas y mensajes a diestro y siniestro, indicando que más vale aprender rapidito a satisfacer las propias necesidades psíquicas que andar siempre con las expectativas frustradas, porque la frustración, ya se sabe, genera ira y convivir con una vara de medir que parece indicar que no se está dando la talla produce sentimientos dolorosos y el dolor también puede acabar en ira y la ira suele esconderse detrás de muchas tonterías emocionales como involucrarse en peleas en las que una victoria es una caricia de autoestima.

Es fácil acostumbrarse a tener lo que uno necesita sin tener que salir a buscarlo. Tener hambre con dinero en el bolsillo o con el frigorífico lleno no es lo mismo que tener que buscar alimento cada vez que se siente la pulla en el estómago. La autoestima es un poco como el alimento, todos la necesitamos pero no siempre llega cuando se siente el aguijón de la necesidad. Además lo tangible, como el alimento, también es más fácil de medir. Una madre atenderá con rapidez la necesidad de comer de su niño de tres años porque tiene una idea clara del valor de la alimentación para la vida, pero quizás no reconozca o no valore del mismo modo el hambre de valoración del pequeño que ha conseguido atarse solito los cordones de los zapatos. Si satisfacer las necesidades alimenticias es vital para la vida física, satisfacer las necesidades del yo es vital para la vida psíquica.

Los pequeños éxitos del aprendizaje pueden pasar con una mera sonrisa, un comentario banal o incluso pasar desapercibidos, como algo que tenía que ocurrir de todos modos tarde o temprano. Ocurre que los niños oyen con más frecuencia frases como "¡que alto estás! ¡Qué guapo estas! hechos sobre los que el niño no tiene control alguno, mientras que frases como ¡qué bien lo has hecho! ¡tu esfuerzo ha merecido la pena, lo has conseguido! ¡bien hecho! puede que no suenen con tanta frecuencia. La ironía es que probablemente en la intimidad los padres se congratulen de lo listo que es su vástago y compartan su satisfacción con amigos o vecinos.

Y así vamos creciendo, buscando éxitos que se toman como hechos cotidianos "normales", sin un valor particular. Traer buenas notas a casa, aprobar, o debería decir mejor "ser aprobado", es lo que se supone que tiene que hacer un chaval. Depende de él mismo. Sin embargo comentar en familia el esfuerzo o las dificultades encontradas para llegar a esa aprobación/valoración" del maestro es quizás poco habitual.

Con frecuencia tambien se asume como "normal" pasar por la universidad y llegar a un puesto de trabajo sin recibir más que algunos templados parabienes. Un trabajo bien hecho es lo que se espera de uno ¿por qué tendría que ser tema de parabienes cumplir con la obligación? Tanto es así que cuando éstos llegan con frecuencia ni siquiera sabemos como responder. Un "gracias" entre dientes, o un "no tiene importancia", suele ser lo único que se nos ocurre porque no estamos acostumbrados a la valoración y el elogio por nuestras acciones, más bien al contrario, partimos de la base de que más nos vale hacer las cosas no solo bien, sino mejor que bien, porque se ha corrido la voz de que en la empresa nadie es imprescindible, lo que en realidad es mentira, como explica Ivan Lasso en su post titulado Lo del barco y los pasajeros.

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viernes, 4 de enero de 2008

De todas las posibilidades para relajarse ¿cual eliges?


Un comentarista anónimo pregunta en el post de ayer que se hace cuando ya se ha identificado lo que se padece. Si el estres no obedece a causa ajenas o no se reduce con las técnicas de relajación habituales siempre está la opción de consultarlo con un médico que decida si se trata de un trastorno o si son los pensamientos y las emociones los que tienen la capacidad de cambiar la forma en que responde el cuerpo, como dice Robert M. Sapolski.

Si no tenemos que preocuparnos de resolver situaciones de emergencia, como el hambre o el peligro, lo importante es que el pensamiento no se desboque y actue por su cuenta. Hay varios tipos de técnicas de relajación, todas muy trilladas, pero son las que funcionan, porque lo esencial para reducir el estrés es producir endorfinas. La propia Wikipedia, en su entrada sobre estos opiáceos, ya ofrece una larga lista de ideas para estimularlas, de acuerdo con los consejos de expertos, entre las que se puede elegir lo que mejor se adapte a las circunstancias personales.

Todo sirve, pero especialmente relativizar en lo posible las situaciones negativas que van surgiendo y concederle mayor importancia a lo que hay de positivo en la vida de cada uno, o el truco de la botella medio vacía o medio llena; también muy trillado, ya lo sé, pero es que al observar con atención la lista que ofrece wikipedia uno se imagina a esa gente que arriesga su vida en una patera para lograr llegar a un país desarrollado en el que encontrar trabajo. ¿Cómo decirles que para aliviar el estrés nosotros tratamos de recordar situaciones placenteras, hacemos yoga, tai-chi, meditación, "footing", o nos vamos al gimnasio, o mas chistoso aún, vamos a cursos de risoterapia, todo ello para producir endorfinas? ¿Que pensarán ellos de esta situación de nuestro idealizado mundo de abundancia?


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jueves, 3 de enero de 2008

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces IV

Los síntomas más habituales de estrés:

1.- Cognitivos:

  • Problemas de memoria
  • Indecisión
  • Incapacidad para concentrarse
  • Dificultad para pensar con claridad
  • Dificultades para juzgar las situaciones realísticamente
  • Ver únicamente los aspectos negativos
  • Pensamientos rápidos y desordenados
  • Preocupación constante
  • Pérdida de la objetividad
  • Temores que se anticipan a los acontecimientos

2. Emocionales

  • Mal humor
  • Agitación
  • Intranquilidad
  • Irritabilidad ("saltar" por cualquier cosa)
  • Impaciencia
  • Incapacidad para relajarse
  • Sensación de tensión, nerviosismo
  • Sensación de falta de control sobre las situaciones
  • Sentimientos de soledad o aislamiento
  • Depresión o tristeza profunda

3. Físicos

  • Dolores de cabeza o de espalda
  • Tensión muscular
  • Diarrea o estreñimiento
  • Nauseas y/o mareos
  • Insomnio
  • Dolor en el pecho, pulsaciones rápidas
  • Pérdida o aumento de peso
  • Problemas de piel, eczemas y similares
  • Dolores de cabeza
  • Pérdida del apetito sexual
  • Catarros o infecciones localizadas


3.- Del comportamiento

  • Comer más o comer menos de lo habitual
  • Dormir más o menos de lo habitual
  • Aislarse de otras personas
  • Postponer las tareas o evadir responsabilidades
  • Beber, fumar o usar drogas para relajarse
  • Desarrollar hábitos nerviosos (morderse la uñas, pasear cual oso enjaulado)
  • Rechinar los dientes o tensar la mandíbula
  • Excederse en algunas actividades (el ejercicio, las compras, etc.)
  • Reaccionar desproporcionadamente a problemas inesperados
  • Buscar pelea, discutir acaloradamente, entrar en conflictos

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